
"He visto expresarse casi todas las emociones humanas, con toda su tragedia y su humor". El 7 de enero de 1980 un hombre que entonces prefería no revelar su identidad le escribió a Gay Talese –a esa altura y hasta la actualidad: un auténtico mito del periodismo estadounidense– para contarle que había sido durante 15 años propietario de un motel en Denver en el que se dedicaba a espiar a los huéspedes. Sin más, se autoproclamaba como un "voyeur" que estaba interesado en indagar la sexualidad y revelaba el mecanismo que había armado para llevar adelante su misión: un ático instalado en medio del techo a dos aguas de la construcción que pretendía ser un falso sistema de ventilación con rejillas que desembocaban en las habitaciones.

















