A principios de los años sesenta, Madrid seguía arrastrando cierta vocación neoyorquina. El asunto llevaba manifestándose desde tiempo antes, cuando en la Gran Vía aparecieron edificios como el Carrión, más conocido como el Capitol, o el Edificio España, también conocido como el Taco. Sobre todo lo demás, reinaban las copas y combinados del famoso Chicote, abierto desde antes de la guerra. Pero faltaba la arquitectura sonora, es decir, a Madrid le faltaba el jazz.
El vacío lo vino a poner el Whisky&Jazz, un club situado en la calle Marqués de Villamagna, en el barrio de Salamanca, muy cerca de la embajada estadounidense.