En 1650, Jan Asselijn pintó un cisne en una charca sin saber que la obra se convertiría en uno de los cuadros más célebres de la historia del barroco holandés. En él, vemos al ave en posición amenazante ante un perro que nada precariamente en aguas turbias. No se ve intención agresiva en el can, pero el cisne parece reaccionar para proteger unos huevos a su espalda.
Resulta que el nido simboliza la Holanda del XVII. El ave representa a Johan de Witt, gran pensionario de la región más poderosa de los Países Bajos y uno de los políticos más influyentes del país.
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