Pagar las facturas, hacer la compra o salir con los amigos a tomar algo. Natalia Alonso, zaragozana de 48 años, tiene que elegir cual de estas cosas dejará de hacer si quiere llegar a fin de mes. El poder adquisitivo que le garantizaba su sueldo de 20.000 euros anuales ha sido puesto en jaque por la subida de la inflación. El convenio de su trabajo —es jefa de equipo en un call center de la capital aragonesa— lleva sin actualizarse desde el 2015.